24 de enero de 2010

Dictadura y caricatura, riman pero no conjugan

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Ese día, los lectores que con múltiples precauciones paraban en el quiosco a comprar la revista Humor, retrocedieron espantados. Era el 12 de diciembre de 1979, estaban en plena dictadura y en la tapa de la revista aparecía la caricatura de un tipo de cara alargada, rasgos ascéticos, medios aindiados y el pelo aplastado con gomina.
Aquel no podía ser otro que Jorge Rafael Videla, el jefe de la Junta Militar, sujeto siniestro donde los hubiera. Habían transcurrido tres años desde el comienzo del Proceso de Reorganización Nacional (PRN) con que los generales pusieron fin a la endeble democracia e instauraron su régimen de terror. La gente ya tenía conocimiento del secuestro y desaparición de miles de ciudadanos.
Hacia falta valor para comprar una revista con veladas críticas –pero críticas al fin- a la gestión económica del gobierno de facto. Pero había que ser un suicida para publicar un número satirizando con el pincel a Videla y estar demente para comprarlo.
Y sin embargo aquella edición tuvo una tirada cercana a los 250 ejemplares. Hasta el día de hoy, los historiadores indagan como fue que esos generales, tremendamente susceptibles, toleraron que Andrés Cascioli, editor y dibujante, los retratara con narizotas, cejas de ogro, ojos desorbitados.

El primer número de Humor salió en 1978

El primer número de Humor salió en 1978, como un proyecto en el que participaban escritores y columnistas desafectos de la dictadura, como Osvaldo Soriano, Aída Bortnik y muchos otros. Lanzarlo ese año no fue una decisión al azar: en Argentina se disputaba el Mundial de Fútbol y la represión había aflojado un poco.
El motor de la revista eran las portadas de Cascioli y las tiras de Grondona White, Meiji, Tabaré, Tomás Sanz , Trillo y otros. Algunas como Vida Interior, El Doctor Cureta o Las Puertitas del Señor López se convirtieron en clásicos del género. Pero digamos que la guinda de aquella tarta eran las portadas.
Cascioli tanteó el terreno caricaturizando primero a los funcionarios civiles del régimen, sobre todo al ministro de Economía, Martínez de la Hoz a quien le sacó mucho partido gracias a sus orejas de murciélago. Luego se atrevió con los uniformados: el general Viola luchando contra los tiburones de la inflación, el almirante Massera abandonando el barco en que se hundían sus colegas, en una lancha de rescate y por último, ya en el ocaso del régimen, Fortunato Galtieri, artífice del desastre de la Guerra de las Malvinas , con el atuendo de un gladiador.
Con el retorno de la democracia, en 1983, Humor perdió su razón de ser, habiendo cumplido con la misión de entretener a los argentinos en una época en que pocos sonreían.

La revista Satiricón

La revista Satiricón, otro muestrario del arte de la caricatura, fue la precursora de Humor y aunque surgió en noviembre de 1972, cuando aún se respetaba –al menos en teoría- la libertad de expresión, fue mucho más censurada que su sucesora. El caudillo Juan Domingo Perón era de uno de esos narcisistas que se miran en las ventanillas de los autos y que lo dibujaran con una cabezota desproporcionada constituía para él un acto de leso patriotismo.
A su viuda y sucesora en el poder, Isabel Martínez tampoco le gustaba que se mofaran de su extremada delgadez y de su peinado como esculpido en la roca. Así como Humor floreció bajo la dictadura, Satiricón se replegó. Sus talleres cerraron en 1976, poco después del golpe militar y reabrieron en el 2004 cuando ese género de publicaciones había perdido su atractivo.

Más conocido bajo el seudónimo de Oski

Una de los astros fugaces de Satiricón fue Oscar Conti más conocido bajo el seudónimo de Oski, que adoptó porque al principio se avergonzaba de publicar caricaturas en vez de óleos, él que había estudiado en la Escuela Nacional de Bellas Artes (Argentina). Más tarde el dibujante y los críticos descubrieron que la caricatura también puede ser un arte, donde se ven reflejadas las virtudes y las taras de una sociedad. Nadie con edad suficiente olvida a esos personajes con ojos de huevo y piernas escuálidas, eternamente serios o perplejos.
Nacido en 1914, Oski saltó a la fama ilustrando los deliciosos textos de César Bruto en la revista Rico Tipo. Oski sentía verdadera pasión por la Historia y sus textos ilustrados, Vera Historia de las Indias (1958) o Vera Historia del Deporte (1973) son exhibidas hasta hoy en los museos.
Oscar Conti colaboró con publicaciones de izquierda como L’Unita y Paese Sera; vivió un tiempo en Cuba, después de la revolución y en Chile bajo el gobierno de la Unidad Popular. Luego trabajó para la Editorial Lumen, en Barcelona.
Había jurado no pisar su tierra natal mientras persistiera la Dictadura, pero carcomido por el cáncer y sin un peso en el bolsillo regresó a Buenos Aires, donde falleció en 1979, en la cama de un hospital.

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