7 de noviembre de 2009

Sam Savage regresa con una novela epistolar 'El lamento del perezoso'.

Carpintero, pescador, mecánico de bicicletas, tipógrafo, profesor de filosofía. Sam Savage fue casi todo en la vida antes de ser escritor. O por lo menos antes de ser un escritor publicado. En 2006, cuando ya sumaba más de 60 años, una pequeña editorial de Minneapolis -Coffee House- publicó su primera novela. Su título era 'Firmín' y estaba protagonizada por un ratón solitario amante de la lectura. Un año después la editorial Seix Barral compró los derechos para el mundo.
Desde entonces, Savage no ha dejado de ser leído: 'Firmín' ya suma más de un millón de ejemplares vendidos. Ahora se publica su segunda obra, 'El lamento del perezoso', un libro conformado por la correspondencia que un hombre -Andrew Whittaker, director de una revista literaria y a punto de la quiebra- mantiene durante cuatro meses. Savage aparece con más humor, pero con la misma carga de humanidad y ternura que en 'Firmín'.
"En realidad no sé por qué elegí la forma de correspondencia -dice Savage, desde su casa en Wisconsin-. Cualquier mañana uno se despierta con una idea, simplemente. Cuando ya había escrito la tercera o cuarta carta de Whittaker, me quedó claro que ese sería el formato del libro". Cartas que pueden estar dirigidas a su ex esposa o ser una lista compras; que son bosquejos de relatos o sumas de deudas por pagar. Cartas que unidas conforman la vida del protagonista.
De nuevo Sam Savage presenta a la literatura como una fórmula contra la soledad. Así fue en Firmín y así es en El lamento del perezoso. "A medida que el libro avanza, Whittaker se vuelve más aislado -explica Savage-. Las cartas, e incluso los fragmentos de ficción incluidos, hacen que los demás estén más ausentes. Los personajes de ambas novelas comparten una especie de fe desesperada en el poder de salvación del arte".
- Ahora que está dedicado solo a escribir, ¿cuál es su rutina de trabajo?
- Escribo todos los días, toda la mañana, y a veces por la tarde, si la escritura va muy bien. Lo hago sin planes y sin esquemas. Trato de no pensar demasiado en el futuro. De hecho no tengo idea de cómo terminará un libro hasta que llega al final. Me gusta que el texto crezca por sí solo. Sé que algunos escritores planean cada detalle de sus novelas con anticipación. Yo ni siquiera puedo imaginarme haciendo eso.
Savage tampoco puede imaginarse escribiendo una novela en la que sus personajes salgan por el mundo a realizar grandes actos heroicos, por ejemplo. Sus argumentos son sobre la vida íntima, sobre los conflictos cotidianos y casi siempre pequeños. "Estoy fascinado por los sucesos del mundo, me obsesiona la política, me encanta leer libros de historia -cuenta Savage-. Pero por razones que no entiendo nada de eso entra en mi escritura. En mis textos solo me interesa el personaje y cómo se expresa en el lenguaje. Por eso están escritos en primera persona".
-¿Desde el principio pensó en un ratón como personaje de 'Firmín'?
-No. Incluso escribí las primeras páginas con la idea de que el personaje era un hombre. Después me di cuenta de que era una rata. O tal vez no lo era. Tal vez era un hombre que se imagina a sí mismo como una rata.
A pesar de entregarse a las letras, Savage no es optimista sobre el futuro de escritores y novelas. "Creo que cada vez menos personas, en especial en Estados Unidos, son capaces de leer oraciones complejas. Es posible que hayamos entrado en el crepúsculo de una forma artística. Me imagino que siempre habrá algún tipo de arte, pero quizá la novela va camino a unirse a la poesía épica como un artefacto del pasado".
-Empezó a publicar tarde. ¿Fue mejor así?
-Me hubiera gustado empezar antes, porque habría podido hacer mucho más. Pero como sucedió fue mejor. Como empecé a publicar cuando ya estaba viejo, no pienso en mí mismo como un escritor de carrera. Y eso es una buena cosa.
Ya está por ponerle punto final a su tercera novela, que se llamará El mecanógrafo que se perdió en el mar (una historia de amor). "Como las otras, está escrita en primera persona. La narradora es una mujer vieja". Savage dice que no tiene ambiciones literarias, pero no deja de escribir. Su sueño, sin embargo, es volver a uno de sus viejos oficios: el de pescador. Le gustaba trabajar en su pequeño barco. Y estar solo.

Carátula de la novela 'El lamento del perezoso', del escritor Sam Savage

Planeta

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